jueves, 25 de abril de 2013

El mismo ruido.

Me miente pero aun así  hago como que la creo, como cuando alguien te habla en una discoteca y solo te sale asentir.
Aun así estoy enganchado a sus mentiras, como ese pobre yonki a la cocaína, que sabe que le destruye, pero prefiere eso a vivir sin ella.
Me tomo sus mentiras puras, sin cortar, sin ese "igual ha querido decir..." o "alomejor se refería a...".

Hace ya bastante tiempo que he dejado la anestesia en casa, porque al fin y al cabo, cuando se pasan los efectos viene todo el dolor de golpe y mucho peor.
Asalte 4 hospitales para que me hiciesen un trasplante de corazón pero me dijeron que el mio era inservible.

 Sonaba
 como una 
caja llena de 
copas de cristal que 
se cae por unas escaleras.
Como un bote en los pies de un niño, patada tras  patada..
      ...patada...
    ....patada....
         ....PATADA....
         ....PATADA....

Como si al vecino de arriba se le cayese un saco de canicas en medio de la madrugada.
La estantería que cede.
La estantería de la vajilla que nos hizo pagar los sueños rotos.
El mismo ruido que hace un coche al arrancar,
no quiere seguir adelante,
necesita un descanso,
esta demasiado frío para hacer saltar la chispa
que lo ponga en movimiento,
y poder escapar de esta crisis que lo ha dejado desempleado.

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