Y se negaron a cambiar sus vidas.
Se negaron a dejar de besarse en los semáforos en rojo, a buscar formas en las nubes, a bajarse en la ultima parada y a escuchar los silencios más escalofriantes.
Pues era mejor vivir al día, corriendo en contra del reloj, muriendo en contra del calendario y sabiendo que cada segundo era especial porque ya no volverían a vivirlo.
No sabían que decir, pero si lo que sentían,
No sabían que sentir, pero si lo que decían.
Y pasaron 384 segundos antes de mirarse a los ojos y poder decirse que habían luchado por que la revolución fuese entre sus sábanas, aun con todos los pronósticos en contra.
Y se negaron a cambiar sus vidas por 564,65€, que no les daba ni para una docena de besos con la que pasar el mes.
Y vendieron la revolución por un "Buenos dias" antes de que marcharan a dejarse la vida por un territorio que nunca les perteneció, porque fue colonizado por un gigante que solo le importaba quitarle las telarañas al rincón más sucio de aquel pueblo, aunque seguiría siendo bonito a la luz de la luna de invierno y aquellos ojos pegados a mi cuello.
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