Era una noche como otra cualquiera y volvía de una macro fiesta de esas en que pagas y
puedes ingerir hasta el agua de los floreros sin un límite normal y a la velocidad del
sonido.
Volvía solo a casa, las farolas eran los únicos focos de un escenario que presentaba
poca circulación, gente ausente y poca actividad de seres humanos.
Recuerdo que el cielo estaba blanco, no se sí era blanco, pero era un gris intenso que
prácticamente dejaba ausentes las luces de mi escenario personal.
Caminaba por el medio de la calle, ya que los coches decidieron que a esas horas ni las
máquinas trabajan. Al pasar por un semáforo la luz roja de desprendió y se fué rodando
cuesta abajo, salí corriendo detrás de ella, ya que un semáforo sin luz roja podría
ser un auténtico peligro para los conductores. Corrí como pude y como mi estado corporal
me permitía. Al llegar al lugar alguien había asesinado a la luz roja, pues estaba bañada
en una sustancia roja...luz o sangre...tal vez una sangre luminosa que me penetró en los
ojos hasta quemarme el cerebro. La fuí a golpear de una patada para que me dejase de
imnotizar y al hacerlo me colé en un pequeño resquicio.
Fuí a un mundo de fantasia con duendes de orejas puntiagudas, hadas con minifalda y
grandes pechos que me ofrecían de sus polvos mágicos, camellos de color morado que
no dejaban de gritar ¡VIVA!...Vi como acto seguido tres hombres con barba seguían una
potente luz amarilla y al intentar seguirlos un viejo gordo de color rojo casi me
atropella con sus renos.
Recorrí un profundo tunel y encontré un joven suicida que no tenía ganas de seguir
viviendo; le habían despojado de su casa, de su familia y o tenía donde caerse muerto por
eso le regale una calle, avenida de los estampados, el hombre sonrió y sin nada más que
añadir abandonó el resquicio de la ventana donde había vivido durante 20 años, o al menos
su aspecto indicaba eso.
Más adelante encontré un hombre autoritario, con una piedra por corazón, dos parches por
ojos, manos de metal y cabeza hueca, no dejaba de dar ordenes, a este simplemente le
abandoné sin mirar atrás, casi me fusila por decir "Buenos dias,¿le gustan los amaneceres
rojos?.."Tal vez a ese hombre no le gustase madrugar o simplemente entendió si le
gustaban los rojos al amanecer, de cualquier forma corrí de allí como pude.
Sin poder reaccionar una ola de colores me encarceló en su alma sin dejarme salir.
Fueron los momentos más angustiosos de mi vida.
Un perro me dijo..."¿Porque me escuchas si los perros no hablan?"...mi mente se quedo en
blanco, no sabía que decir, como un perro que habla me dice que los perros no hablan.Que
indecencia. Ya no sabía hacia donde correr, estaba aturdido, asustado, confuso y cansado.
Me tumbé, si la ayuda no va a mahoma la ayuda saldrá de una montaña, o algo así era.
Una luz me despertó. Era la del semáforo, corrí hacia ella y vi como una estampida de
canguros con cabeza de metal me pasaban por encima.
La luz roja se dividió en dos, en tres, cuatros, aparecieron luces azules...
"Tranquilo hijo, no te muevas, la ayuda esta de camino, saldras de esta"
Me desperté sin poder andar, la luz roja me había manchado todo el cuerpo.
No podía pensar, ni moverme, ni sentir...Quise mudarme al resquicio de la ventana.
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