martes, 2 de febrero de 2010

Son las 7:32 de la mañana.
Llevo aquí refugiado 30 horas. Soy miembro de la Brigada de Francotiradores. Vi como uno de mis enemigos, desde aquella torre-campanario asesinaba de un solo disparo a mis otros dos compañeros. A uno le asesino de un tiro directo a la cabeza y pude ver como su cerebro saltaba por los aires, el segundo fue un disparo que le rozó el cuello abriendole una herida en la yugular, se desangraba a gran velocidad. La nieve se volvió roja en tan solo unos segundos. Le recogí como pude y le tapone el cuello. El color de su cara se confundía con el de la nieve, comenzó a temblar. Miró al cielo como esperando algo, una respuesta, una ayuda o tal vez una bomba que arrasase todo aquello y nos depositara en el olvido, pero aun así, no ocurrió nada.
Sigo refugiado bajo el cuerpo y el ala de un avión enemigo que se estrelló en nuestra posición y eliminó practicamente a la mitad de mi batallón, la metralla, los fracotiradores y el frío, han hecho el resto. Soy el unico superviviente de mi compañía.
Tengo miedo. Soy un soldado totalmente cualificado, puedo asesinar a mi enemigo a una distancia de 500 metros y en condiciones precarias, pero nadie me ha entrenado para asesinar al miedo. El sol ha salido y mi posición se vuelve comoda. Estoy acompañado por su calor que me sumerge en un profundo sueño.
Han pasado 4 horas...vuelve el frío y la incertidumbre de si el seguirá ahí. Si salgo seré un muerto más, si me quedo puede que sea un cadaver congelado.
Durante el reclutamiento permanecí escondido en el granero, no quería formar parte de esta guerra. Ahora sigo escondido pero marcando una pequeña diferencia y alimentando esta guerra que no tiene sentido. Estoy confundido, no se cuales son mis sentimientos, ni que debo hacer. Echo un vistazo. Veo una sombra a unos 100 metros. Esta armado. Apunto. Me vuelvo a quedar solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario